Revista IEU Universidad
Título del trabajo:
El Vínculo
Autor:
Norma Córdova de la Cruz
Afiliación institucional:
Tutor Online Instituto De Estudios Universitarios Plantel Puebla
Correo electrónico:
norma.cordova@ieu.edu.mx
Licenciada y Maestra en Psicología. En el ámbito profesional se desempeñado en varias universidades públicas y privadas como la Universidad Pedagógica Nacional sede Teziutlán y Zacapoaxtla; Instituto tecnológico Superior de Zacapoaxtla y la Universidad Tecnología de Oriental; en la UVM, UVP, IUP, y actualmente en el Instituto de Estudios Universitarios impartiendo diversas materias de forma presencial y en línea. Fungió como Coordinadora de Educación Continua en la UVP, Coordinadora de Tutorías en el Instituto Tecnológico Superior de Zacapoaxtla y en la Universidad Tecnológica de Oriental. Ha tomado diversos cursos, Diplomados y ha sido ponente y conferencista en diversas instituciones, la última impartida en el tecnológico de Zacapoxatla denominada “Pruebas psicométricas”.
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El Vínculo
Volver y recordar las vivencias y experiencias de nuestra niñez no es tarea fácil, requiere de mucho valor para enfrentar lo que quedó inconcluso, se reviven dolores y traumas, pero a la vez es un reencuentro con nosotros mismos.
Y la nena lo sabía, por ello había retrasado tanto el tiempo en regresar a la casa que la vio nacer. Recordaba su infancia de una manera tan nítida, recuerdos hermosos, pero también la dolorosa separación de sus padres cuando ella pensaba que todo era felicidad.
Recordaba exactamente el último día que vivió ahí, salir tan temprano con mamá y con solo algunas cuantas cosas porque no le avisaron que se mudarían, cuando despertó, su casita, sus juguetes, sus recuerdos y su padre ya no era ni serían los mismos.
Ella, “La nena” se paró en frente de la que por mucho tiempo fue su hogar, era una pequeña casita enclavada en una hermosa vegetación, así la recordaba decorada con vivos verdes por la parte de afuera, y plantas colgantes que asemejaban un pequeño bosque; las dos ventanas que daban al frente eran tan grandes que parecían invitar a entrar en ellas sin pasar por la puerta.
Pero en realidad la casita había sufrido desperfectos con los años, pero la nena ni lo noto ella volvía a ver su casita como la dejo alguna vez. “La nena”, giro el picaporte de la puerta y de repente se escucho un breve crujir de metales, en efecto, la chapa principal tenia años de no ser utilizada.
-Le falta aceite – pensó - de eso me encargaré más adelante -.
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Al entrar a la casa de manera galopada sus pensamientos cual si fueran caballos sin frenos vinieron uno a uno, su mente recordó lo vivido en esos hermosos años, sus juegos, su calle, sus vivencias su todo.
Un cúmulo de pensamientos le invadieron, regresar a aquel lugar que la había visto crecer, pareciera como si de repente la casita se hubiera iluminado con aquellos colores pastel, con los cuales siempre fue pintada, no por nada los vecinos la conocían como “la casita rosa”.
“La nena”, corrió de inmediato a su habitación, era tal como la había dejado la última vez que estuvo ahí, hacia aproximadamente treinta años. Solo tuvo que retirar algunas telarañas que le estaban impidiendo ver con claridad, finalmente las quito y exclamo - ¡Oh Dios!- ….De sus ojos rodaron lágrimas que parecían cantaros desbordados de agua y sin poder contener la emoción que en ese momento le embargaba, corrió hacia el viejo taburete de madera ya roído por el tiempo y con un color sin color, estaba “Susu,” su muñeca que papa le había regalado una navidad, la más feliz de su vida. “Susu” era tan especial para ella, ya que su querido padre le decía que se la había obsequiado por su parecido, era una muñeca no muy grande con una cara de porcelana, cuerpo de trapo y tan suave al tacto que de repente al tocarla sintió como una descarga positiva de emociones que le trajo recuerdos tan gratos, era como si su padre la estuviera abrazando. Recordaba como su padre se sentaba en su sillón a tomar su café y ella corría con “Susu” a sentarse en su regazo.
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”Susu” tenía unos enormes ojos azules y un cabello esponjado, dos grandes chapas rojas salpicadas de unos cuantos puntos que asemejaban unas pecas, siempre le pareció la muñeca más bonita del mundo, era su preferida, por eso le dolió tanto que mamá no se la hubiera llevado con ellas; de repente al estar abrazándola se escuchó un ruido que le pareció ensordecedor, algo se había estrellado en el piso y rodaba por el suelo, era la cabeza de “Susu” que se había desprendido del cuerpo y se había hecho añicos, bajo la vista al suelo y se horrorizó, pero el horror no provenía del desperfecto suscitado momentos antes, era que al mirar por el rabillo del ojo pudo ver que algo peludo y repulsivo había salido de la cabecita maltrecha de “Susu” y se preguntó .
- ¿Qué era? - ¿Cuándo entro? - ¿Estuvo ahí todo el tiempo?, era imposible que se hubiera metido, ya que ella conocía al pie de la letra como estaba conformada “Susu”; en ese momento y en un dialogo interior se preguntó las innumerables veces que había acariciado las mejillas de su muñeca y de momento le atemorizó el pensar que ella hubiera contribuido a la incubación y desarrollo de tremenda alimaña; ahora entendía las veces que creyó que su “Susu” tenía vida.
En ese instante, volvió a la realidad y a lo lejos ya consiente pudo observar un pequeño bicho agazapado en el rincón y no tuvo el valor de aplastarlo, ya que empezaba a sentir un vinculo con aquel pequeño ser que sin duda había sido parte de su infancia –las cosas a veces no pueden parecer lo que parecen –pensó - al fin y al cabo todos tenemos bichos dentro. En ese momento sintió una profunda compasión por el animalejo, ya que este había vivido durante tanto tiempo en el cuerpo de su amada “Susu”, por ello no pudo terminar con él, se acercó, lo escudriñó fijamente y pudo percibir ya de cerca su miedo e indefensión, era tan feo y a la vez tan bello, todo dependía del cristal con que lo viera. Volvió en sí misma y comprendió que las repulsiones pueden ser un reflejo de lo que hay en lo más recóndito de cada persona.
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Si lo veía a profundidad pudiera ser ella misma, comprendió que en la vida hay que aprender a ver con los ojos del alma, y lo que nos parece feo a la vista normal, puede ser lo más bello que nunca antes hayamos visto.
Ese vínculo entre la bondad y la maldad que había descubierto no se rompería jamás, pues era parte de ella misma, sus miedos, su baja autoestima y ascos con los que siempre había vivido, se dio cuenta que era parte de la naturaleza humana, recordó lo que mencionaba su padre en las tantas platicas que escuchó cuando hablaba con los otros profesionales de la psicología. “Los seres humanos, decía, no se conocen ni ellos mismos, son impredecibles y tienen una parte conocida, una que solo algunos conocen y otra desconocida”, ahora comprendía todo aquello que como un rompecabezas se formaba y daba coherencia, entendía por fin esas platicas interminables cuando escuchaba esas conversaciones de papá, pensando que se gastaban el tiempo en cosas sin importancia, aburridas; pensando que al que le faltaba un tornillo era a su papá y no a la gente que lo consultaba.
Finalmente, se acercó, lo tomo en sus brazos, y el bicho, como si tuviera memoria reconoció el calor que había disfrutado durante años, se recostó en su regazo y volvieron a formar un vínculo.
Este no se rompería jamás, pues era parte de ella misma, sus miedos y repulsiones con los que siempre había vivido.
Por fin la vida le había regresado a su querida “Susu”.
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