Revista IEU Universidad
Título del trabajo:
Compilación de cuentos cortos
Autor:
Aracelly Castillo Negrin
Afiliación institucional:
Instituto De Estudios Universitarios
Contenido
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Compilación de cuentos cortos
Al compás del son.
Es muy raro crear recuerdos cuando los recuerdos ya están creados…
Para los campechanos ir a Mérida es como si fuéramos al parque de la esquina; la magnífica carretera que ahora tenemos da lugar a un viaje rápido y placentero que está lleno de paisajes coloridos.
Es muy raro crear recuerdos cuando los recuerdos ya están creados…
Cada vez que vamos a Mérida es porque algún hijo se brindó a llevarnos, pues hay que recordar que los viejos padres no deben andar solos, esta vez fue Lorena que estando de vacaciones de su trabajo quiso llevarnos y ser nuestra compañera de viaje. Esa vez ir de compras, consultar en la clínica y visitar a mi hermano, cuñada y nieta prometía ser más que entretenido.
Recuerdo que, en la avenida de salida de Campeche, por el malecón, comencé a sentir las notas de una composición orquestada de música campechana, todavía tengo en mis sentidos, en la piel, mi ser y el corazón el llamado de la sangre de este Campeche de tardes de sol, de playa y noches estrelladas, de murallas y piratas seductores, de mujeres criollas de andar cadencioso y miradas de miel, de pregoneros que venden con poesía, de campechana que seduce con pasión.
Cada nota, cada arpegio llenaron mi alma de recuerdos bellos cubiertos de pasos por las calles en la tierra de mis hijos, mis padres, mis abuelos que un día sintieron como yo la brisa de la tarde y el sol de mediodía que acaricia la piel. Todavía mi paladar saborea esas comidas exquisitas que son lugareñas, panes, frutas como zapotes, guayas, caimitos, tamarindo, que saciaron la sed de tardes calurosas con agua de coco, de marañón y la riquísima horchata.
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En el estéreo, la Sinfónica de Campeche siguió dando un concierto de música suave, larga, lenta, que fue subiendo poco a poco con ternura abandonándose con deleite a esa combinación de instrumentos, hasta llegar al estallido, en la sublime creación de los maravillosos campechanos que nos dejaron el lazo de unión entre un pueblo y su gente, Juan de la Cabada, Darío Herrera, Zoyla Quijano Mc Gregor, Ricardo Ávila Reyes, Miguel Ángel Valladares, Pepe Narváez, Gonzalo Romeu, José Ferreiro. Y en la plenitud del encanto musical, nuestro Ramón Bocos Rosado con el himno champotonero el “Danzón Champotón”. Ese momento llenó mi mente de recuerdos, noches de luna bailando del brazo de Carlos, mi esposo, en el Baluarte de San Miguel; en una noche de fiesta turística, también volví a vivir el Danzón en Canadá a través de un CD en visita de intercambio cultural inolvidable. Sí, fue un viaje para recordar…
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Ceneval
La emoción que se siente en el momento de enterarse que se pasa un examen no tiene edad, en mi caso rebasa todas las alegrías que he recibido en mi vida, ha sido muy satisfactoria esta experiencia.
Desde hace mucho tiempo he tratado de terminar la preparatoria, comencé este propósito desde los 30 años en la Escuela Preparatoria Nocturna de Champotón, donde presenté dos exámenes y no pude seguir por cuestiones de trabajo y de familia numerosa. Treinta años después presenté un Ceneval en Campeche, pero no pasé en literatura, al año siguiente lo volví a intentar, fallé en matemáticas y este año decidí presentarlo por última vez, pero debía prepararme y así lo hice.
Mi amiga Lourdes Calderón Cabrera, mucho más joven que yo, empresaria reconocida en Champotón y con los mismos deseos de superación, decidió hacer lo mismo, y de pronto nos encontrábamos en una combi camino a Campeche cada sábado durante dos meses de capacitación. Todas las mañanas de esos dos meses nos reunimos con nuestras computadoras para hacer las tareas, ecuaciones, raíz cuadrada, y con el razonamiento a flor de piel, pusimos nuestros cinco sentidos en el resultado final, no fue fácil volver a estudiar después de tanto tiempo. Lourdes también lo logró.
Durante el curso conocí a personas de distintas edades, de otros municipios y de trabajos diferentes que tienen como yo las mismas inquietudes, deseos de aprender más para mejorar en sus trabajos, superarse como personas y ampliar sus posibilidades económicas.
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Esta vivencia fue muy agradable para mí, todos mis compañeros me trataron con mucho respeto, fue un privilegio que a mis 76 años reciba tantas atenciones, desde comprarme un refresco, sacarme copias para las tareas e incluirme en sus conversaciones. Me sentí una más del grupo, todos teníamos los mismos miedos y las mismas interrogantes, pero la diferencia de edades nunca existió.
El reconocimiento al éxito obtenido se reflejó desde la primera hora del día 15 que aparecieron los resultados en el portal del Ceneval, los hijos, los nietos, familia y amigos me colmaron de felicitaciones y me llenaron de agradecimiento cuando mis hijas lo subieron al Facebook, ahí vi con felicidad cuántos me quieren, es el premio a la insistencia para sacar esa espina del reto por vencer.
Ahora lo que sigue… de acuerdo con el tiempo que creo que me queda, voy por una Licenciatura en Literatura, en la Universidad IEU Online, son 3 años y lo único que lo puede impedir es que me enferme o que me muera, no hay nada que perder.
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Doña Blanca
En los primeros días de este año fui al Hospital Oncológico de Campeche para un estudio que me había ordenado mi doctor. Antes de entrar al consultorio, mientras esperaba mi turno, vi muchas cabezas rapadas y ojitos tristes que me sacudieron el alma, en ese momento hice una promesa; pediría a todas mis amigas que en nuestro tiempo libre nos ocupáramos de tejer gorritos para esos enfermos de cáncer, la promesa incluía encargarme de que llegaran al hospital los gorros, saliera bien o saliera mal mi estudio.
Durante 3 meses de frío los gorritos cumplieron su objetivo. Un amigo de Acapulco vio en el Facebook donde subo todo nuestro trabajo de grupo, lo que habíamos hecho y le platicó a una amiga recién operada que comenzaba a necesitar esos gorritos, y se los enviamos, junto con esta carta:
Querida Minerva:
Cuando yo era niña, Champotón era un pueblo de agricultores la mitad del año y pescadores la otra mitad, las calles eran de tierra sin adoquín y los niños jugábamos libremente, no había vehículos de motor solo carretas de caballos. Había un juego que me gustaba mucho, el cual consistía en tomarnos de la mano y haciendo un círculo brincábamos alrededor de un niño o niña que era el asignado, afuera del círculo, otro niño trataba de entrar y entre gritos, cantos y algarabía no lo dejábamos pasar a buscar a quien estaba en medio. La canción decía “Doña Blanca no está aquí esta vestida de oro y plata”, el niño de afuera cantaba a todo pulmón, “tiraremos un pilar para ver a doña Blanca”.
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Este juego ha sido muy significativo en mi vida de adulto mayor, lo recuerdo con frecuencia y acudo a él en mis momentos de debilidad, que es cuando me duele algo, sé que si el circulo que me protege del mal que pueda dañarme es suficientemente sólido nada me pasará, ya tengo 76 años y ha sido de gran protección, tal vez más de lo que podía imaginar, te voy a confiar el secreto para estar bajo esa protección.
Confío plenamente en Dios, sin la menor duda de que él tiene para mí lo que debo tener, nunca reniego, ni me opongo a sus designios, me dejo querer y proteger por el único ser mágico, invencible e indestructible que tiene en sus manos mi destino. Rezo todas las noches por los que ya no están que de alguna manera llenaron mi vida de momentos gratos, los malos momentos no son para recordar, rezo también por los que están aquí, de cerca o lejos, los que quiero profundamente, los que estimo con mi corazón, por los que pido uno por uno, salud, solo salud, los bienes materiales nos corresponde a cada quién conseguirlos.
Sé que la única manera que poseo para recibir estos dones es servir en todo lo que pueda a quién me necesite, así lo hago y lo hare todos los días de mi vida.
Desde que me dijo el Sr. César que necesitabas ayuda estás presente en mi oración nocturna, no temas, Dios está contigo ponte en sus manos él sabe lo que hace, ten fe.
Que Dios te bendiga, mi amiga Rosalía y yo tejimos tus gorritas ojalá te sirvan, te los hicimos con mucho cariño.
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